viernes, 11 de enero de 2008

Periferia



El verano es una estación indulgente. ¿Quién no se hace promesas en agosto sabiendo que difícilmente las cumplirá? Las vacaciones no sirven sólo para descansar del trabajo, del trajín de nuestras obligaciones habituales (excepto si eres articulista). Las vacaciones también sirven para darnos el lujo de perder la eficacia. Es decir, para volvernos irresponsables sin que tenga consecuencias ni que nadie nos reproche nada. Por eso los buenos propósitos estivales se parecen tanto a los navideños: lo de menos es que sean sinceros. Lo importante es que alivien nuestra mala conciencia por las asignaturas pendientes

Andrés Neuman - Enciclopedias son para el verano

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