Sabe que no debe mirarla de cerca, porque hay razones más terribles que tigres que le demostrarán su obligación de ser un desdichado, pero humildemente recibe esa felicidad, esa ráfaga.
Déjeme pensar que la inmortalidad es una idea tan posible y natural como la muerte. ¿Acaso la felicidad no es un sinónimo de la inmortalidad?... ¿O es al revés?
Pero yo sé que un día los frutos de la tierra y del cielo, más finos, llegarán a todos, a todos, a todos. Que las almas más ignoradas se abrirán a los signos más etéreos del día, la noche, y de las estaciones...